Estaba yo pensando: Si estoy mostrando productos de algunos de mis conocidos, ¿por qué no mostraros mis ángeles, ahora que son fechas muy propicias para nuestra decoración?
Pensado y hecho. Aquí os muestro algunos de ellos. Para mi, son como mis hijos -esta frase la sentiréis muchos que os dediquéis a crear-. El último es siempre el que más me gusta, aunque tengo mis preferidos. Creo que su valor añadido reside en la exclusividad de cada uno. Hasta la fecha, y he hecho muchosss, no he hecho dos iguales. ¿Por qué? Porque me aburre la repetición, creo que me resta creatividad.
Con cada uno de mis angelitos, disfruto como con pocas cosas. Es todo un proceso de selección: buscar entre mercadillos, baules de abuelas, almacenes, tiendas... Me emociona ir a la busca y captura del objeto deseado. Cuando tengo la figura en mis manos, sigo recreándome: ¿Qué tejidos seran los más apropiados, cómo los visto, cuántas sayas necesita para darle el volumen apropiado... y así un largo etc. Casi parece un trabajo de atelier de alta costura. Una tela por aquí... no, esta no. Otra por allá... y así hasta que me parece que el lino marrón para el torso será el más apropiado. Cómo guardo y adquiero tejidos antiguos: sábanas, mantelerías, puntillas, iniciales bordadas a mano, botones, ropa vieja... Empiezo a montar el estilismo de mi chico alado. Por otro lado, el remate final y que me encanta trabajar para darles un toque diferente, para que no parezcan simples ángeles para un altar. Me recreo diseñando sus tocados, lo que me parece; le confieren un estilo fashion. Bueno, eso lo tenéis que decir vosotros, yo no puedo ser neutral. Amor de madre, ya se sabe...
Ángel otoñal, confeccionado con cinta de regalo - de la firma Etiquegrama-, enaguas de lino en crema y vestido con predrería realizado con una blusa que tenía en mi armario y que nunca me puse.
Ángel barroco. Es el que hasta la fecha más grande he hecho. Mide en total cincuenta centímetros. Si tenemos en cuenta que la figura en sí mide ocho centímetros, no está mal, ¿no? Me encanta alargarlos desproporcionalmente para que parezcan más etéreos.
En mis antiguas tiendas de interiorismo, siempre hemos confeccionado cortinas, colchas o cojines. Algunos de estos tejidos son de un gran valor. Por ejemplo, el tejido de la falda que véis ahora vale doscientos euros el metro. Es un tejido de organza cobrizo con bordado superpuesto de una textura especial. Una tela que en su tiempo le adquirí a mi proveedor favorito, Pepa Pastor.
No se si os lo creeréis, pero darle este aspecto desaliñado, deshilachado, da un monton de trabajo. Hay que sacarle los hilos con mucho esmero; de lo contrario, el tejido se desgarra y todo el trabajo se puede echar a perder.
Detalle del lazo del vestido visto por detrás |
Mi ángel de diseño minimalista lo encontre no hace mucho callejeando por almacenes mayoristas en mi polígono preferido. Y digo callejeando, pues esas naves son tan grandes y sus pasillos tan largos que cuando terminas las compras, parece que has recorrido un gran centro comercial. La ilusión me lleva a recorrer esos pasillos, pasando un calor sofocante en verano, y un frio de pulmonía en invierno, pero bien vale la pena. Lo que no encuentres allí, no lo veras por alla, jeje.
Cuando ví esta pieza estaba como abandonada en un rincón - me dije para mi-, y la tomé como robádola, por si alguien se me adelantaba. Solo pude adquirir dos figuras, no habían más. No se si por el éxito que han tenido o por todo lo contrario. Lo que más me gusta: su cara sin rostro y su esbeltez; más que una figura me parece una escultura digna de estar en un museo de arte moderno.
La dificultad para vestirla no fue poca. No podía hacerlo como con los otros, esas piezas románticas que suelo hacer para que parezcan como caídas del cielo. Esta pieza requería sencillez y originalidad, no se si lo he conseguido, pero con sincera modestia, os confieso que me gusta su resultado. ¿Qué opináis?
Los músicos: una colección que realicé para las Navidades pasadas, y que se vendieron practicamente todos, creo que queda uno. Los tuve expuestos en la boutique de mi amiga Concha "Noeslomismo", una tienda de ropa y complementos con mucho estilo. Otros estaban expuestos en los escaparates de la joyería "Las Palmeras", de mi estimable amiga Emilia, una mujer que me adora tanto como yo a ella. Emilia, una señora de setenta años con alma de niña.
Ángel primavera. Está confeccionado con tela especial para abanicos antiguos, una colección de tejidos que me regaló un amigo del antiguo taller familiar. Me ofreció todo el material del taller, a él no le era útil, no ha seguido con la tradición familiar. Imaginaros como me quedé al ser dueña y señora de unos materiales que hoy día ni se hacen. Las puntillas estampadas que véis están hechas a mano -como todo-, con una antigua cortina que ni sé los años que debe tener, al menos sesenta años. Cuando la vi, sabía que debía guardarla para hacer algo más adelante, y después de diez años, he conseguido aprovecharla.
Cada ángel, como podéis apreciar, tiene su historia, su vida propia. Este ángel está vestido con una falda de tul vieja. El abrigo está hecho con una falda vieja y forrada con lino, todo ello adquirido en el mercadillo de los lunes que montan cerca de casa. Ya me conocen todos los gitanos, me llaman la guapa, como a todos claro, jeje.
Esta pieza, la figura, es de mis preferidas, su carita de porcelana es de lo más dulce y le pongas lo que le pongas, todo le queda bien. Creo que es una pieza que realza y es bella por sí sola. Esta vestida con una falda de gasa antigua. Me encanta como se funde en el fondo de la imagen.
Mi dulce angelito cantor, porque a mi, me parece que canta. Lo he vestido de lino y con una blusa vieja, posiblemente de alguna señora mayor que ya no la necesitaba. Lo ideal de esta prenda, además del estampado, son los botones de nácar que llevaba y que reservo para una buena ocasión
Y llegamos a mi niño preferido. Yo lo llamo mi bebé. Lo he vestido con una falda mía de tul bordado. Hacía años que no la usaba y no me quería desprender de ella sin más. El fular es una mezcla de tejidos antiguos y la borla esta realizada a mano, como todo. El detalle dorado es hilo metálico cosido a modo de bordado.
No me podréis negar que no me lo trabajo, uf, estoy agotada, pero muy satisfecha. Ah, mi bebé no está en venta, forma parte de la familia.
Este lunes me dí cuenta de que no tenía ningun ángel en tonos turquesa, así que me fuí decidida al mercadillo de la semana a buscar diferentes tonos de turquesas, malvas o azules, como podéis ver. No fue fácil. Una bufanda por aquí, una falda por allá, una blusa... y en cuanto llegué a casa, me faltó tiempo para ponerme a vestir mi maniquí alado tan particular. Siempre que lo veo, me da la sensación de que está a punto de montar a caballo. Me recuerda una señora ángel del siglo pasado paseando su silueta por los prados -creo que se me va la nueve al cielo, ni caso, jeje-.
Bueno, bueno, mi ángel de lino tiene su trabajito. Solo deciros que el tejido de la falda lo he confeccionado con varias telas: la marrón, pistacho y púrpura. Tres telas elaboradas, entrelazadas y deshilachadas de tal modo que al final se han transformado en una sola. ¿Horas de trabajo? Mejor no os lo cuento. Quiero seguir experimentando con esta nueva técnica de tejer que me he inventado de no se dónde, creo que lo soñé o fue una pesadilla.
Detalle del torso y del tocado, realizado con un botón de nácar antiguo |
Detalle del lino deshilachado poco a poco |
No sé si os lo creéis pero ya no se dónde ponerlos, así que los cuelgo de todos los soportes que puedo. Algunos se me van de casa para Navidad, cosas que nos hacen los hijos. Unos se van, otros vienen.
Y ya no os muestro más. Si os habéis leído todo el post, gracias por vuestra paciencia.
Preciosos, Pilar. De verdad, preciosos...
ResponderEliminarHola Marisa, gracias por tu amable comentario. Me alegro que te gusten. Como veras, este año les he dado otro estilo. Estoy contenta con el resultado pues veo que gustan. Un besito.
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